Te escribo, querida Giulia, para contarte lo que pude escuchar en el concierto de los premiados en la presente edición del Concurso Internacional de Canto “Francesc Viñas”, que se viene celebrando en Barcelona desde hace 50 años. Se trata, como sabes, de un concurso que presta, como fue deseo del tenor Viñas, especial atención a las voces jóvenes y en el cual deberían concurrir algunos de los cantantes destinados a figurar en los cartelones de los teatros en los próximos años. En ocasión del medio siglo del concurso, la organización quiso señalar el potencial de las voces que históricamente han resultado premiadas obsequiando a los presentes al concierto final con la participación de tres cantantes, hoy en carrera, que en su día merecieron un premio: Markus Eiche (primer premio masculino, 1998), Antonio Gandía (primer premio masculino, 2004) y Albina Shagimuratova (tercer premio femenino, 2005). Son ciertamente tres nombres que cantan, a día de hoy, en todos los teatros y que, por lo menos, cosechan éxitos discretos; son, pues, los inmediatos, teóricos y lógicos modelos de los concursantes.
El primero cantó un fragmento del Elias de Mendelssohn, siempre con voz leñosa, sonidos fijos, incapaz de ligar dos sonidos, permanentemente corto de fiato, incapaz –en definitiva– de cantar una frase. El segundo interpretó “Ah, leve toi, soleil”, imitando a Kraus de forma descarada, pero con unos resultados burdos, toscos y mediocres, con la emisión marcadamente nasal (¡pero la nariz del viejo Kraus estaba muchísimo más adelantada!) desde la primera a la última nota y con los agudos apretados. La tercera se presentó con la escena del primer acto de Lucia, exhibiendo un legato perfectible, una coloratura aproximativa, sonidos acres y metálicos arriba, a veces estrangulados, a veces flautados. Nada fuera de la mediocridad más estricta.
Los premiados en esta edición del concurso, dignos émulos de sus inmediatos predecesores, no exhibieron lamentablemente ni voces ni técnicas mejores (no pido ya que ambas cosas vayan a la par). Primero, escuchamos “Smanie implacabile”, cantado con gran laboriosidad y agudos nasales por la mezzo rusa Victoria Yarovaya, ganadora de una bolsa de estudios. Después la soprano turca Simge Büyükedes, mejor intérprete de zarzuela, cantó “Tres horas antes del día” de La marchenera de Moreno Torroba, con una voz ya usurada, privada de armónicos, hueca, faltada de apoyo. A continuación, la soprano georgiana Marina Nachkebiya, primer premio júnior, interpretó “Donde lieta uscì” con voz de soprano ligera de proyección limitada, sin graves y con sonidos abiertos arriba, aunque con cierta corrección. Después, el barítono moldavo Valeriu Caradja, tercer premio oficial, poseedor de una bella voz lírica, de carácter tenoril, interpretó el aria de Oneguin y la muerta de Posa. Resultó correctito en Oneguin, pero se vio en serias dificultades con Posa, pues los agudos no giran, resultando siempre fibrosos y atrasados, siempre entre la gola y la nariz. Ya en la segunda parte, pudimos escuchar al barítono mongol Amartuvshin, segundo premio, en la cavatina d’Aleko (Rakhmáninov) y en “Cortigiani, vil razza”: timbre más bien fastidioso, agudos duros y atrasadas, prácticamente inaudible por falta total de proyección. Siguió la intervención del escuálido barítono polaco Michal Jakub Pertuka, primer premio ex aequo. Voz pobre y fea, dura, entre gola y nariz, incapaz de producir ningún fraseo o la más pequeña fioritura, agudo falseteante (o directamente un falsete). En consecuencia, no es posible hablar de canto, sino de alaridos, mugido y berreos. Sin duda, un premio absolutamente inmerecido (mucho más dignos el barítono Caradja y la soprano Nachkebiya); ganó quizá por haber elegido compositores “cultos” como Mozart y Korngold. Finalmente, cantó la soprano lituana Katerina Tretyakova, miembro estable de la Hamburgische Staatsoper y primer premio ex aequo. Con “Mein Herr Marquis” se precibió una voz de soubrette, no a fuoco, en dificultad para atacar bien los staccati, pero apretando los sonidos al centro y abriéndolos arriba (con sonoridades poco agradables, próximas al grito) consiguió hacerse oír (era, junto a la Shagimuratova, la voz más proyectada de todo el concierto) y mostrando gran vis cómica logró producir cierto efecto. Pero con la interpretación de la escena del primer acto de Traviata, se evidenciaron todas sus carencias. Gritó ya en el recitativo, muchos agudos que se quedaron atrás; en el aria se evidenciaron serias dificultades para sostener las frases, respirando con más frecuencia de lo debido y ejecutando los adornos a la buena de dios; y en la cabaletta empezó el desastre: soltó gritos, berridos, perdía proyección y cualquier precisión en las escalas, y culminó su intervención con un mi bemol todo atrás y de afinación inexistente. Una prestación vergonzosa, un ridículo para ella, flamante ganadora, y para el jurado que la premió. Habría sido justo quizá declarar desierto el primer premio; pero supongo que esto no hubiera sido de recibido en la edición de celebración del medio siglo del concurso.
Sea como sea, imagino, querida Giulia, que nunca hay que esperar mucho de un concurso de canto (en el mismo Viñas pasaron desapercibidos nada más ni nada menos que un Josep Carreras o una Ángeles Gulín). Seguramente todavía hay que esperar menos cuando en el jurado había sólo dos cantantes (Rockwell Blake y Enedina Lloris) y un director de orquestra (Richard Bonynge), frente a ocho directores de casting de distintos teatros del mundo (Liceu, Real de Madrid, Scala, Hamburg, Amsterdam, Met, Covent Garden, París), de los teatros que –hay que decirlo– cometen errores constantes de casting, que en connivencia con las casas discográficas participan del star system y propugnan la importancia de las puestas en escena por encima del canto y de la música. No obstante, admito que me habría gustado haber escuchado a algún cantante que se pudiera distinguir de la mediocridad generalizada del mundo lírico actual, a algún cantante dominase los rudimentos de la técnica vocal para poderse diferenciar de Eiche, Gandía y Shagimuratova. No pido ya una voz excepcional, ni a un virtuoso ni a un intérprete genial; sólo a alguien capaz de cantar con decoro, con un mínimo de técnica y que sepa elegir bien qué papeles le convienen. Quizá, hoy por hoy, esto es pedir peras al olmo; pero hay que dejar claro que sin ello no es posible cantar decentemente ningún papel de la literatura operística y hacerlo de forma dilatada en el tiempo.
No quiero terminar esta recensión, querida Giulia, sin dedicar unas palabras al caso curioso y significativo a la vez el caso de la soprano Teresa Romano, Madame Cortese en la Scala, Vitellia en Nápoles, Trovatore a Parma, Forza del destino y Ballo in maschera a Macerata, y ahora concursante eliminada en la final porque es incapaz de girar un agudo. Se trata, sin duda, del paradigma de las carreras actuales, guiadas por la falta de técnica y por la errónea elección del repertorio, lo cual condena a cualquier voz prometedora por naturaleza a un declivio rápido, si no fulminante. Vendría bien a todos los concursantes tomar modelo de Mariella Devia que, en el recital inaugural del concurso, supo demostrar que cantar, incluso cuando el instrumento está en evidente declivio, se hace sólo con el aire y que la expresión sólo puede sustentarse sobre una férrea administración del mismo. Harían bien también de escuchar las gravaciones del propio tenor Viñas, digno representante del arte del canto, de voz robusta, poderosa y dúctil a la vez, célebre wagneriano, que cantó durante más de veinte años de carrera sin perder la facultad de apianar y regular el sonido. ¡Algo absolutamente insólito hoy en día! Harían bien también de leer el libro del tenor El arte del canto (1932) donde, a partir de su experiencia, advertía a los jóvenes cantantes de los peligros a que debían enfrentarse y de los sacrificios y del trabajo constante que debían asumir si querían triunfar como cantores y mantener su voz en buenas condiciones.
Celeste Aida – Francesc Viñas (1905)
Di, non t’incanta [Atmest du nicht] – Francesc Viñas (1906)
Quando me’n vo – Mariella Devia (2013)
Addio del passato – Mariella Devia (2013)
ah la Devia ha inaugurato il concorso,embè giusto è lei ancora l’esempio della tecnica del canto nel panorama odierno
esempio di tecnica al servizio della tecnica bancaria !!!!!
mamma mia che acidità Donzelli…se proprio non puoi passarmi qualche tua registrazione anni 77/80 passami la tua ricetta dello “yogurt all’Imperiale”
Ovvero: Franza o Spagna, purchè se magna…
Bravo Donzelli!
Il tenore Blake, che era in giuria del Viñas, ha scritto nel suo blog alcune riflessione interessantisime: http://goo.gl/8zBoH
Faccio notare alcune frasi:
1) “I lost myself to my passionate opposition to modern trends in the opera business, and I slashed madly at those whom I see turning Opera into an art form for the eyes”
2) “First, I want to report the existence of great vocal instruments in the human population. I was introduced to a lot of them at Viñas. Second, I want to report that all the voices that passed through Viñas need to know Garcia. Third, I want to report the ignorance of the truth of Garcia in high places. The majority of my fellow judges contented themselves by eliminating the most interesting singing from the final. That interest was due to the least influence of “Factory” teaching on those singers. When those voices didn’t come back for the Semi Final, I had to do my best to rate the returning talent from least to most boring. Fourth, I want to announce that the world of Opera is in the same predicament as my local community.”
3) “The Musical Mogul (…) seems to think that if the stage is outfitted with something truly innovative for sets and the staging of the cast is of the same innovative quality and the talent on the stage is nice to look at and clothed to maximize the visual effect, then the audience will be entertained and they will have copious income from the box office as confirmation that all is well with the World of Opera. Don’t look now. That is not happening. Innovation is everywhere to be seen. What these Moguls forget is that Opera is first an audible art form. The singing is the engine of audience interest. Bore them with the singing, and you will only have the visual portion of the entertainment to keep them interested. The singers who were favored by the majority of judges at Viñas bored me, and I have to credit those singers with the ability to do the same for any other normal entertainment consumer.”
BRAVO, BRAVO, BRAVO, maestro Blake!!!!
Un immenso GRAZIE a Rockwell Blake per la sua sincerità, lucidità ed il suo non-conformismo!
Avremmo tanto bisogno di qualche Rockwell Blake in più, e non mi riferisco adesso al grande cantante, ma all’acuto osservatore che emerge dagli scritti sul suo blog. Ho comunque la triste impressione che difficilmente si ritroverà a presiedere un concorso del genere…
Queste riflessioni si inseriscono molto bene nelle tesi enunciate nel recente scritto di Giuditta Pasta.
facciamo articolo adesso. attendi un giorno o due ancora!